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  • Foto del escritorKenia Gómez

La escuela de escritores acostados

Actualizado: 11 jun 2020


22/05/2020

Dijo Blaise Pascal: ”Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación". Existe en la historia de la literatura una serie de escritores que siguieron el consejo de Pascal y optaron por hacer de su dormitorio el reducto de su actividad creativa.


Dormían, comían, escribían y recibían visitas alrededor de la cama donde permanecían tumbados sin enfermedad alguna ni razón aparente. En el lecho produjeron gran parte de su obra, entre otros Voltaire, Mark Twain, Marcel Proust, George Orwell, Truman Capote y los españoles Valle Inclán, el tardío Pío Baroja, Vicente Aleixandre y el uruguayo Juan Carlos Onetti. Podría llamarse la escuela literaria de escritores acostados.


Valle Inclán decía en la tertulia de la Granja del Henar que tirado en el lecho descubrió boca arriba el misterio de la escritura, pero nadie consiguió saber si dormía con su luenga barba dentro o fuera del embozo.


Cuando Hemingway fue a hacerse la foto con Baroja agonizante, Don Pío, que aparece con un gorro de lana en la cama, preguntó a su sobrino Julio Caro: ”¿Quién es ese señor de la sonrisa de arroz con leche?” Vicente Aleixandre ganó el premio Nobel de Literatura sin levantarse de la cama de su casa de la calle Velintonia en Madrid donde recibió a varias generaciones de poetas con una manta en las rodillas.


“Mucho tiempo he estado acostándome temprano”, esta es la primera frase de "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, quien, sin duda, lo encontró en aquella habitación forrada de corcho, putrefacta de perfume gordo y vapor de sahumerio con que aliviaba el asma.

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